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lunes, 19 de diciembre de 2016

PILARES DE LA EDUCACIÓN INICIAL

PILARES DE LA EDUCACIÓN

La educación tiene muchos propósitos incluyendo el permitir a los educandos que desarrollen su potencial individual contribuyendo también a una transformación social. Cada generación se enfrenta al reto de decidir qué va a enseñarle a la próxima generación. Naturalmente, la educación cambia en función del tiempo y el espacio.

PILAR
Significado: Etimológicamente, pilar proviene de la palabra latina Pila.

Se ha adoptado desde el siglo XVII, con el significado de apoyo vertical en edificios cuyo sinónimo más común es “columna”.

ORIGEN: La UNESCO, al solicitar a un grupo de pensadores seleccionados por diversos gobiernos nacionales, para reflexionar sobre el futuro de la educación y sobre la educación del futuro, encargó la coordinación del trabajo a un ex-ministro francés de Economía y Finanzas (1981-1984), Jacques Delors Presidente de la Comisión de la Comunidad Europea de 1985 a 1992.


LOS PILARES EDUCATIVOS

Según la Comisión presidida por Delors, cuatro son los pilares de la educación:

“La educación tiene la misión de permitir a todos sin excepción hacer fructificar todos sus talentos y todas sus capacidades de creación, lo que implica que cada uno pueda responsabilizarse de sí mismo y realizar su proyecto personal.” Delors, (1996, p. 9)

Los Cuatro Pilares de la Educación han determinado los fundamentos de la educación en las últimas décadas y han influido en la educación intercultural y en el desarrollo de las competencias básicas en los sistemas educativos, de manera que se hace necesario desarrollar actividades para trabajar en las aulas a partir de estas concepciones. Por ello proponemos una intervención que desarrolla los Cuatro Pilares de la Educación desde una metodología activa y cooperativa, de carácter inclusivo, a partir del análisis de imágenes y de música.
Palabras clave: Educación, intelectualidad, actividades, metodología educativa, trabajo cooperativo.

El Informe Delors y los Cuatro Pilares de la Educación

Delors en su informe de los Cuatro Pilares de la Educación dice que la idea fundamental es superar los niveles de analfabetización a nivel mundial, y conseguir una equidad a nivel educativo con el fin de hablar de una aldea global, de toda la comunidad humana. Porque es a través de la educación desde donde podemos avanzar.

Para ello el marco teórico que propuso la UNESCO en el 1996, a partir de este Informe, es una educación basada en:
  • Un proceso que se alarga toda la vida, también conocido como “long life learning”.
  • Con un objetivo global o mundial común.
  • Erradicando la analfabetización.
  • Partiendo de la comunidad social a la comunidad mundial.
  • Favoreciendo la participación democrática.

Con la finalidad siempre de ir de la comunidad de base a la sociedad mundial, ya que estamos inmersos en un proceso de mundialización, en el que se hace necesario crear un clima de tolerancia y de inclusión social y por tanto educativa.

Así, partiendo de estas premisas, el Informe estable que se puede hacer posible y que la educación debe fundamentarse en los cuatro pilares, que serán los principios sobre los que la educación y los sistemas educativos han de desarrollar sus competencias y sus currículos:

LOS CUATRO PILARES DE LA EDUCACIÓN


Concepto de los 4 Pilares
El siglo XXI, que ofrecerá recursos sin precedentes tanto a la circulación y al almacenamiento de informaciones como a la comunicación, planteará a la educación una doble exigencia que, a primera vista, puede parecer casi contradictoria: la educación deberá transmitir, masiva y eficazmente, un volumen cada vez mayor de conocimientos teóricos y técnicos evolutivos, adaptados a la civilización cognoscitiva, porque son las bases de las competencias del futuro. Simultáneamente, deberá hallar y definir orientaciones que permitan no dejarse sumergir por las corrientes de informaciones más o menos efímeras que invaden los espacios públicos y privados y conservar el rumbo en proyectos de desarrollo individuales y colectivos. En cierto sentido, la educación se ve obligada a proporcionar las cartas náuticas de un mundo complejo y en perpetua agitación y, al mismo tiempo, la brújula para poder navegar por él.



Con esas perspectivas se ha vuelto imposible, y hasta inadecuado, responder de manera puramente cuantitativa a la insaciable demanda de educación, que entraña un bagaje escolar cada vez más voluminoso. Es que ya no basta con que cada individuo acumule al comienzo de su vida una reserva de conocimientos a la que podrá recurrir después sin límites. Sobre todo, debe estar en condiciones de aprovechar y utilizar durante toda la vida cada oportunidad que se le presente de actualizar, profundizar y enriquecer ese primer saber y de adaptarse a un mundo en permanente cambio.


Con esas perspectivas se ha vuelto imposible, y hasta inadecuado, responder de manera puramente cuantitativa a la insaciable demanda de educación, que entraña un bagaje escolar cada vez más voluminoso. Es que ya no basta con que cada individuo acumule al comienzo de su vida una reserva de conocimientos a la que podrá recurrir después sin límites. Sobre todo, debe estar en condiciones de aprovechar y utilizar durante toda la vida cada oportunidad que se le presente de actualizar, profundizar y enriquecer ese primer saber y de adaptarse a un mundo en permanente cambio.

Para cumplir el conjunto de las misiones que les son propias, la educación debe estructurarse en torno a cuatro aprendizajes fundamentales que en el transcurso de la vida serán para cada persona, en cierto sentido, los pilares del conocimiento: aprender a conocer, es decir, adquirir los instrumentos de la comprensión; aprender a hacer, para poder influir sobre el propio entorno; aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas; por último, aprender a ser, un proceso fundamental que recoge elementos de los tres anteriores. Por supuesto, estas cuatro vías del saber convergen en una sola, ya que hay entre ellas múltiples puntos de contacto, coincidencia e intercambio.

Otra forma de ver los 4 pilares de la Educación 
Mas, en general, la enseñanza escolar se orienta esencialmente, por no decir que de manera exclusiva, hacia el aprender a conocer y, en menor medida, el aprender a hacer.

Las otras dos formas de aprendizajes dependen las más de las veces de circunstancias aleatorias, cuando no se les considera una mera prolongación, de alguna manera natural, de las dos primeras. Pues bien, la comisión estima que, en cualquier sistema de enseñanza estructurado, cada uno de esos cuatro “pilares del conocimiento” debe recibir una atención equivalente a fin de que la educación sea para el ser humano, en su calidad de persona y de miembro de la sociedad, una experiencia global y que dure toda la vida en los planos cognoscitivos y practico.

Desde el comienzo de su actuación, los miembros de la Comisión fueron conscientes de que, para hacer frente a los retos del siglo XXI, seria indispensable asignar nuevos objetivos a la educación y, por consiguiente, modificar la idea que nos hacemos de su utilidad.

Una nueva concepción más amplia de la educación debería llevar a cada persona a descubrir, despertar e incrementar sus posibilidades creativas, actualizando así el tesoro escondido en cada uno de nosotros, lo cual supone trascender una visión puramente instrumental de la educación, percibida como la vía obligada para obtener determinados resultados (experiencia práctica, adquisición de capacidades diversas, fines de carácter económico), para considerar su función en toda su plenitud, a saber, la realización de la persona que, toda ella, aprender a ser.

LOS CUATRO PILARES DE LA EDUCACIÓN


Aprender a hacer:

Este pilar consiste en que cada uno se desarrolle en toda su riqueza, su complejidad, sus expresiones y sus compromisos, siendo ciudadano y productor, inventor de técnicas, durante toda su vida, para ello se necesita el autoconocimiento, por lo que la educación debe ser ante todo un viaje interior, cuyas etapas corresponden a las de la maduración constante de la personalidad y del carácter.



Alcanzar el Desarrollo Sostenible requiere actuar con determinación.

La Educación para el Desarrollo Sostenible:
  • Es  relevante y culturalmente apropiada;
  • Contribuye a la construcción de un mundo sostenible y seguro para todos;
  • Debe convertirse en una realidad concreta presente en todas nuestras decisiones y acciones diarias
Aprender a hacer se centra en la habilidad de aplicar en la práctica lo aprendido, especialmente lo relativo a los medios de vida. Se trata del conocimiento, los valores, las competencias prácticas y de saber cómo hacer para participar de manera activa en un empleo y un ocio productivos, a fin de:
  • Poner las ideas en práctica, además de elaborarlas;
  • Entender y actuar sobre las cuestiones de Desarrollo Sostenible mundiales y locales;
  • Adquirir formación técnica y profesional;
  • Aplicar los conocimientos adquiridos en la vida diaria;
  • Ser capaz de actuar creativamente y con responsabilidad en el entorno propio.
Aprender a conocer y aprender a hacer son, en gran medida, indisociables. Pero lo segundo está más estrechamente vinculado a la cuestión de la forma profesional: ¿cómo enseñar al alumno a poner en práctica sus conocimientos y, al mismo tiempo, como adaptar la enseñanza al futuro mercado del trabajo, cuya evolución no es totalmente previsible? La comisión procurara responder en particular a esta última interrogante.


Aprender a ser

Este pilar consiste en que cada uno se desarrolle en toda su riqueza, su complejidad, sus expresiones y sus compromisos, siendo ciudadano y productor, inventor de técnicas, durante toda su vida, para ello se necesita el autoconocimiento, por lo que la educación debe ser ante todo un viaje interior, cuyas etapas corresponden a las de la maduración constante de la personalidad y del carácter.
La educación debe contribuir al desarrollo global de cada persona: cuerpo y mente, inteligencia, sensibilidad, sentido estético, responsabilidad individual, espiritualidad. Todos los seres humanos deben estar en condiciones, en particular gracias a la educación recibida en su juventud, de dotarse de un pensamiento autónomo y crítico y de elaborar un juicio propio, para determinar por sí mismos qué deben hacer en las diferentes circunstancias de la vida.
Aprender a ser, implica potenciar las capacidades de las personas a fin de lograr un crecimiento integral que favorezca la autonomía, la toma de decisiones responsables, el equilibrio personal, la adquisición de valores como la autoestima positiva, el respeto hacia uno mismo.
La educación debe contribuir al desarrollo global de cada persona: cuerpo y mente, inteligencia, sensibilidad, sentido estético, responsabilidad individual, espiritualidad.
Aprender a ser personas autónomas y con capacidad de juicio frente a determinadas situaciones (el realizar un juicio), como también aprender a ser personas responsables de nuestros actos y hechos, los cuales nos ayudan a crear nuestro destino. Podemos llegar a ser de esta forma, mediante la exploración y/o descubrimiento de nuestros talentos, que están “enterrados” como un tesoro dentro de cada persona, algunos talentos, tales como: las aptitudes físicas, la imaginación, la buena comunicación con los demás, etc. Todo esto además nos ayuda a entendernos a nosotros mismos.


Aprender a vivir juntos


También llamado aprender a vivir con los demás. Este pilar consiste en que cada uno aprenda a relacionarse con los demás, de manera que evite los conflictos y la violencia, y los solucione de manera pacífica, fomentando el conocimiento de los demás, de sus culturas, de sus lenguas, de sus tradiciones, etc. Siendo más tolerantes, inclusivos y por tanto multiculturales e interculturales, para poder vivir en un entorno pacífico fomentando una educación para la paz y la no-violencia, respetando las diferencias que es lo que nos enriquece e intentando no fomentar más desigualdades.
Aprender a vivir juntos. Se puede llevar a cabo gracias a los tres pilares anteriores, ya que ellos facilitan los elementos básicos para aprender a vivir juntos.
Esto se refiere a aprender a conocer a los demás (con los que interactuamos), conocer su historia por ejemplo, y así se nos facilitará nuestra relación con ellos, ya que si los conocemos un poco, sabremos como dirigirnos a ellos, etc.
Alcanzar el Desarrollo Sostenible requiere responsabilidad colectiva y colaboración constructiva. La Educación para el Desarrollo Sostenible:
Es interdisciplinaria. Ninguna disciplina puede reclamar la EDS como suya, pero todas las disciplinas pueden colaborar con ella;
Construye capacidad civil para la toma de decisiones por parte de la comunidad, la tolerancia social, la gestión del medio ambiente, una fuerza de trabajo adaptable y la calidad de vida.
Aprender a vivir juntos aborda las capacidades críticas esenciales para una vida mejor en un contexto donde no hay discriminación y todos tienen igualdad de oportunidades para desarrollarse a sí mismos y contribuir al bienestar de sus familias y comunidades. Esto tiene que ver con el conocimiento, los valores, las competencias sociales y el capital social para contribuir a la paz y la cooperación internacional, a fin de:
  • Participar y cooperar con los otros en sociedades cada vez más plurales y multiculturales;
  • Desarrollar una comprensión de los otros pueblos y sus historias, tradiciones, creencias, valores y culturas;
  • Tolerar, respetar, acoger, apreciar e incluso celebrar la diferencia y la diversidad de los pueblos;
  • Responder de manera constructiva a la diversidad cultural y la disparidad económica que se dan en todo el mundo;
  • Ser capaz de manejar situaciones de tensión, exclusión, conflicto, violencia y terrorismo.

Aprender a transformarse uno mismo y la sociedad

Este pilar consiste en que cada uno aprenda a comprender y a interpretar el mundo que le rodea, de manera que le permita vivir con dignidad, desarrollar sus capacidades profesionales y comunicarse con los demás. Por lo que la educación obligatoria de la formación inicial debe proporcionar a todos los alumnos los instrumentos, conceptos y modos de referencia resultantes del progreso científico y de los paradigmas de la época.
Aprender a conocer nuestra cultura, teniendo en cuenta los avances tecnológicos, económicos y sociales por los que esta pasa; esto nos permitirá aprender nuevas cosas a lo largo de nuestras vidas, es decir, nos educaremos permanentemente.
 Aprender a ser implica potenciar las capacidades de las personas a fin de lograr un crecimiento integral que favorezca la autonomía, la toma de decisiones responsables, el equilibrio personal, la adquisición de valores como la autoestima positiva, el respeto hacia uno mismo.
La educación debe contribuir al desarrollo global de cada persona: cuerpo y mente, inteligencia, sensibilidad, sentido estético, responsabilidad individual, espiritualidad.
Alcanzar el Desarrollo Sostenible requiere acciones individuales y colectivas. La Educación para el Desarrollo Sostenible:
  • Integra los valores inherentes al Desarrollo Sostenible en todos los aspectos del aprendizaje;
  • Fomenta los cambios de comportamiento para crear una sociedad más viable y justa para todos;
  • Enseña a las personas a reflexionar de manera crítica acerca de sus propias comunidades;
  • Empodera a las personas para que asuman la responsabilidad de crear y disfrutar de un futuro sostenible.
Aprender a transformarse uno mismo y la sociedad sostiene que los individuos pueden cambiar el mundo con su acción aislada y conjunta, y que una educación de calidad aporta las herramientas para transformar las sociedades, dado que equipa a los seres humanos con conocimientos, valores y competencias para transformar las actitudes y los estilos de vida. Esto refleja una sinergia de competencias cognitivas, prácticas, personales y sociales para hacer posible la sostenibilidad, a fin de:
  • Trabajar por una sociedad neutral, sin discriminación de género;
  • Desarrollar la habilidad y la voluntad de integrar estilos de vida sostenibles para nosotros y para los demás;
  • Promover comportamientos y prácticas que minimicen el rastro ecológico en el mundo que nos rodea;
  • Actuar para lograr la solidaridad social;
  • Promover la democracia en una sociedad en que prevalezca la paz.

Importante: Mientras los sistemas educativos formales propenden a dar prioridad a la adquisición de conocimientos, de otras formas de aprendizaje, importa concebir la educación como un todo. En esa concepción deben buscar inspiración y orientación de las reformas educativas, tanto en la elaboración de los programas con nuevas políticas pedagógicas.

La Educación Encierra Un Tesoro: Es indudable que se requiere de estos pilares para obtener un equilibrio en la educación de todos y para todos, fundamentalmente para trascender en esta vida que es única y valiosa. Y cada uno es un gran cofre de tesoros invalorables. 

ACTIVIDAD

OBJETIVO: Conocer las características de cada uno de los pilares de la educación.

TIEMPO: 5 minutos.

INDICACIONES:
  • Formar 2 equipos de trabajo.
  • Cada equipo pasará a una de las mesas del centro del aula.
  • Armar los rompecabezas sin voltear las piezas.
  • Pegar las piezas del rompecabezas con cinta adhesiva.
  • Cada equipo colocará en el pizarrón cada rompecabezas armado, para armar la figura final.

Aprender a ser

Para que se desarrolle la propia personalidad del alumno y se esté en condiciones de obrar con creciente capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad personal.

Se deben considerar las posibilidades de cada individuo: memoria, razonamiento, sentido estético, capacidades físicas, aptitud para comunicar...

Aprender a conocer

Combinando una cultura general suficientemente amplia con la posibilidad de profundizar los conocimientos en un pequeño número de materias.

Lo que supone además: aprender a aprender para poder aprovechar las posibilidades que ofrece la educación a lo largo de la vida.

Aprender a hacer

Adquirir no sólo una calificación profesional sino, una competencia que capacite al alumno para hacer frente a gran número de situaciones y a trabajar en equipo.

Pero, también, aprender a hacer en el marco de las distintas experiencias sociales o de trabajo que se ofrecen a los jóvenes y adolescentes.

Aprender a convivir

Desarrollando la comprensión del otro y la percepción de las formas de interdependencia -realizar proyectos comunes y prepararse para tratar los conflictos- respetando los valores de pluralismo, comprensión mutua y paz.

La educación no solo consiste en aprender conocimientos, sino también implica un desarrollo personal del alumno.

A diferencia de los sistemas educativos tradicionales que solo pretendían una adquisición de conocimientos; y esto en nuestra sociedad está dando la pauta para desarrollar competencias en los alumnos.




Es importante tener en cuenta que cuando se habla de educación inicial se habla principalmente del objetivo que esta tiene, el cual hace referencia a potenciar el desarrollo integral de los niños y las niñas a promover, acompañar, favorecer y fortalecer las actividades propias de la primera infancia.


Por esto, en “La Política Pública de Primera Infancia” se proponen los pilares del trabajo pedagógico que son: El Juego, La Literatura, El Arte y La Exploración del Medio, elementos fundamentales a través de los cuales los niños y las niñas interactúan y se relacionan con otros, con sus familiares y con el medio, que son relaciones vitales para su desarrollo.











domingo, 4 de diciembre de 2016

INFANCIA Y CIUDADANÍA EN EL SIGLO XXI

EJES TEMÁTICOS


1.     LA CONSTRUCCIÓN DE CIUDADANÍA Y LA SUBJETIVIDAD EN LA PRIMERA INFANCIA.

La responsabilidad de los diferentes agentes educativos que intervienen en el desarrollo de la primera infancia, nos desafía a pensar que no basta “con tener derecho a“, si al mismo tiempo no se fortalecen las capacidades para cumplir y “hacer propios esos derechos” atendiendo también a las oportunidades reales y concretas en que pueden ejercerse los mismos, en distintos espacios educativos formales e informales.






LA INFANCIA COMO ACONTECIMIENTO CIUDADANO 


Buscaremos en la conferencia plantear que la ciudadanía “acontece” en la infancia, y que, al mismo tiempo, es la infancia la que transforma la ciudadanía en “acontecimiento”. Tomamos la idea de acontecimiento o evento tanto en el contexto de una deconstrucción genealógica (en las huellas de Nietzsche, Heidegger, Badiou) de las fijaciones históricas del concepto de ciudadanía y de infancia, como en el contexto de lo que llamamos la infancia como “facundia interpelante” (interpretando la hospitalidad incondicionada del rostro de la infancia que interpela, Levinas), que nos hace como ciudadanos responsables de los “recién llegados” (como diría H.Arendt).


PARTICIPACIÓN Y EJERCICIO DE LA CIUDADANÍA

La fusión del binomio participación y ejercicio dela ciudadanía desde la primera infancia no sólo beneficia a los niños y las niñas que crecen con la capacidad de imaginar el mundo desde la perspectiva de los ot
ros, de sentir un interés genuino por los demás, de reconocer y disfrutar las diferencias, de desarrollar el sentido de la responsabilidad individual de sus actos, de desarrollar el pensamiento crítico y las habilidades para expresarlo pese al disenso con los demás, sino que fundamentalmente fortalece la cultura y la democracia. Los niños y las niñas ambientan la participación y desde sus lenguajes convocan a adultos a reconocer la diversidad propia de su ciclo de desarrollo, si los adultos permiten cuestionarse al respecto, desmontan su perspectiva de comprender el mundo centrado en el adulto.


Para la comprensión de los conceptos de participación y ciudadanía se parte de tres ideas centrales. La primera, considera que dichos conceptos no son atributos naturales, corresponden a una construcción cultural que sostiene los símbolos, códigos y significados de la subjetividad e intersubjetividad que se desarrollan en contextos y tiempos determinados en constante cambio y movimiento.

La segunda, señala que la primera infancia hay que significarla más como periodo de existencia que de transformaciones, como la conciben algunos de los enfoques tradicionales sobre el desarrollo infantil.

La tercera, insiste que la ciudadanía y la participación no se enseñan desde el discurso, se interiorizan cuando se viven cotidianamente unos valores y principios éticos en torno a si mismo, con sentido colectivo y del bien común: la confianza, el respeto, la cooperación, la solidaridad, el afecto, son algunos de ellos.

La participación y el ejercicio de la ciudadanía se desarrollan en la construcción de las prácticas culturales teniendo en cuenta la recuperación de la memoria historia como una de los efectos claves que inciden en la cotidianidad; además, reconstruyen el imaginario colectivo generando nuevos procesos sociales particulares, donde los niños y las niñas en primera infancia hacen parte de esa realidad.

Las ciudadanías en la primera infancia fijan las bases que hacen posible su evolución a lo largo de la vida. Los bebés sintetizan el conocimiento previo que simultáneamente sirve de base para desarrollos posteriores más elaborados. (MEN, 2009: 17). Así su condición de sujetos en formación aunada a la configuración de escenarios sociales, culturales e institucionales democráticos, permiten desde la cuna, fortalecerla consolidación de la ciudadanía.

En el reconocimiento del ejercicio de la participación en la primera infancia es esencial que se produzcan cambios tanto en los imaginarios colectivos sobre los niños y las niñas, como en las prácticas cotidianas vinculadas a los procesos de crianza en el ámbito familiar y su prolongación en las instituciones y espacios públicos< habitados por ellos y ellas. Si bien lo que ocurre en la familia en términos de ciudadanía y participación es fundamental, en las instituciones diferentes a ella puede reforzarse o quebrantarse tanto lo logrado como lo no logrado en la familia.


2. LAS PRÁCTICAS EDUCATIVAS Y SOCIALES EN LA PRIMERA INFANCIA Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA CIUDADANÍA

Interesa visualizar al desarrollo humano desde una mirada singular en su “enteridad” como la expresión de la totalidad del sujeto en su complejidad, en sus múltiples dimensiones (cuerpo, emoción, razón, etc.) y condiciones identitarias.


DESAFÍOS EN LA FORMACIÓN DE FORMADORES EN LA EDUCACIÓN DE LOS DERECHOS DEL NIÑO Y LA CIUDADANÍA. 

Abordar el tema de la formación en derechos sociales es una experiencia innovadora en tanto y cuanto su existencia en el escenario legal data de algo más de dos décadas iniciándose un proceso de cambios en la historia de los derechos y así la ciudadanía en niños, niñas y jóvenes que nos obliga indefectiblemente a repensar las condiciones de los procesos en que las personas nos constituimos como seres humanos, haciendo foco en un mismo movimiento en la dimensión moral, ética y política. Nos invita a afrontar la dimensión política como dadora de sentido, desafía la reconstrucción de la propia historia y de la subjetividad de las relaciones con las instituciones democráticas en cuanto a la conceptualización de lo político, sus relaciones con el estado y la formación ciudadana, en cuanto a enfoques e impacto en el siglo XXI. Requiere además de la recuperación de la historia contemporánea, la comprensión de las implicancias de las evoluciones técnico legales hasta el conocimiento de un nuevo orden legal nacional, de sus recursos de justificación, de representación social y otras formas actuales de soberanía.



   3.   LA INTERVENCIÓN DE LOS AGENTES EDUCATIVOS EN LA CONFIGURACIÓN DE LOS DERECHOS DEL NIÑO

Los derechos del niño en la primera infancia necesitan:

  • Del acompañamiento y responsabilidad de los adultos para incorporarse e intervenir en un mundo ya construido por otros.
  • De las oportunidades para conocer y generar competencias en el ejercicio de sus derechos
  • De una educación orientada a la formación de la identidad individual y a la recuperación de la memoria colectiva.

Presentamos algunas experiencias de participación infantil “Ciudadanía con todos: promoviendo el protagonismo infantil” liderado por la Asociación Civil El Arca acerca de Infancia y Ciudadanía en el Siglo XXI.

EL DERECHO A LA PARTICIPACIÓN DE LOS NIÑOS Y NIÑAS. 

La Convención de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes que fue ratificada por la Argentina y reviste por ello carácter constitucional, establece

Artículo 12:

“Los Estados Partes garantizarán al niño que esté en condiciones de formarse un juicio propio el derecho de expresar su opinión libremente en todos los asuntos que afectan al niño, teniéndose debidamente en cuenta las opiniones del niño…”

El artículo 13 garantiza también a los niños y niñas “el derecho a buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de todo tipo”. Ambos artículos condensan el derecho a la participación de los niños y niñas, relacionado directamente con la dimensión política del ejercicio de ciudadanía (Gómez Da Costa, 2004).
El derecho a la participación de los niños y niñas nos abre numerosos interrogantes, que a su vez abren líneas de abordaje para pensar en cómo garantizarles ese derecho “en todos los asuntos que los afectan”. Interesa preguntarnos específicamente por la posibilidad de los ciudadanos infantiles de ejercer su derecho a la participación en las instituciones y contextos que los reciben y alojan cotidianamente. Cuando hablamos de ejercicio de ciudadanía infantil, es sumamente relevante señalar que, como todo aprendizaje, la ciudadanía se aprende en las prácticas en de las que se es parte (Rogoff, 1993; Chayklin y Lave, 1996).

Esas prácticas, son tanto más “educativas” en tanto conforman el esquema cotidiano en el que las opiniones, ideas y expresiones de los niños y niñas son objeto de determinada asignación de valor por parte de los adultos que, generalmente, toman las decisiones. Por ello, la posibilidad real de participación como práctica de ciudadanía infantil requiere adultos que la alojen y sostengan; y que estén dispuestos a compartir el cotidiano con niños/as informados, que opinan, y que exigen que sus opiniones sean tenidas en cuenta. Este último punto nos remite a la definición de participación de M. T. Sirvent (2008) quien destaca que la participación real supone tener parte en la toma de decisiones. Débora Kantor (2008) señala:

“Promover la participación de [niños], adolescentes y jóvenes implica asumir que ellos/as pueden pensar y actuar en términos de procesos, alternativas, conflictos, elaboración de planes y, por lo tanto, intervenir en la gestión de proyectos que los identifican como «destinatarios».” (p. 109).

Lo anterior exige romper con la idea, más bien escolar, de que los niños / as y jóvenes deben aprender sobre ciudadanía hoy para ejercerla mañana. Esta postura es ciertamente un aprendizaje sobre la ciudadanía, y lo que enseña es que, mientras sean niños/as, no son ciudadanos / as. Muy por el contrario, el ejercicio de ciudadanía infantil supone esfuerzos de los adultos para garantizarles su derecho a la participación, pues a participar se aprende participando. Porque los niños y niñas son ciudadanos de hoy para hoy, y no “para mañana”… aunque es cierto que todo lo que aprendan hoy es base para lo que puedan seguir construyendo mañana.

ESPACIOS DE INFANCIA

La organización social moderna propone espacios específicamente diseñados para el tránsito de los niños. Hasta nuestros días, “pos-modernos” o no, entre estos espacios se distingue particularmente la Escuela. Institución creada y configurada solidariamente con el nacimiento de la “infancia moderna” (Varela, J. y Alvarez Uría, F. 1991), fundacionalmente la Escuela existe para el disciplinamiento de la infancia, un proyecto bien diferente al de la garantía del derecho a la participación. El modelo de ciudadanía que aprenden los niños / as en las prácticas escolares tradicionales es el del “miembro de la sociedad de masas”, que debe “prestar atención y hacer caso” a quienes tienen la autoridad y el poder. El tema del poder es insoslayable para pensar la participación. En el caso de los niños y niñas tiene una complejidad extra puesto que el adulto (el mundo adulto en general) es quien tiene ese poder y a su vez quien debe garantizar las condiciones para el ejercicio de la participación de los niños y su consecuente empoderamiento. Expresa Débora Kantor (op. cit.):

“Conceptos como asimetría, autoridad y responsabilidad vuelven a entrar en  escena. Afirmar que el adulto es referente y responsable primero y último de las decisiones no afecta la posibilidad de participar de los [niños], los adolescentes y los jóvenes, a condición de que las intervenciones del docente permitan avanzar desde la iniciativa externa (…) hacia la gestión compartida y la responsabilidad creciente de los integrantes del grupo”. (p. 111, bastardillas en el original).

El formato clásico de actividad del dispositivo escolar propone un modelo de “masa” fragmentada en individualidades intercambiables, permanentemente medidas, evaluadas, controladas y clasificadas en función de lo que la institución pre-define como “esperable” y establece como “norma de excelencia” (Perrenoud, 1991). Estas individualidades no configuran un colectivo humano. Los niños y niñas, en la mayoría de las escuelas, no son invitados a identificar o definir sus intereses colectivos. Mucho menos a expresar sus opiniones o participar en la toma de decisiones que, ciertamente, los afectan. Por fortuna, cada institución escolar tiene la posibilidad de instituir otros tipos de prácticas, en la medida en que desnaturaliza estos modelos revisando sus condicionantes histórico – políticas; y puede replantearse objetivos más acordes a la Convención de Derechos del Niño, gestionando propuestas que avancen genuinamente hacia la corresponsabilidad. 

La organización social de numerosos barrios del conurbano bonaerense, propone también otros espacios destinados a la infancia. Muchos Centros Comunitarios surgen como comedores para paliar el hambre generada por las sucesivas crisis que atravesamos los argentinos. Más de diez años después, varios se preguntan cómo proponer, además, un espacio de ejercicio de derechos a los niños y niñas a los que brindan educación inicial, alimentos y/o talleres. Podríamos pensar también múltiples recovecos y lugares de los propios barrios como “espacios de infancia”: algunos clubes y asociaciones barriales, las plazas o espacios verdes (a veces terrenos baldíos), y otros lugares que los niños/as habitan y transitan, pero sobre los que generalmente nadie les pide su opinión.

UN PROYECTO “CON OTROS”

Entendemos dicho ejercicio en cuatro dimensiones (Gomes da Costa, op. cit.):

  1. La dimensión social, cuya palabra clave es inclusión; 
  2. La dimensión jurídica, cuya palabra clave es exigibilidad;
  3. La dimensión cultural, vinculada a la expresión y la dimensión política, vinculada a la participación de los niños y niñas. 

Tal como lo expresábamos al comienzo, implementar modos de garantizar a los niños / as su derecho a la participación no es tarea simple; pues en nuestra cultura la infancia suele ser homologada a un tiempo de “moratoria” más bien receptiva y no participativa (ver Corea y Lewkovicz, 2004).Por otro lado, están naturalizados muchos modos de exclusión de lo infantil. Un ejemplo sencillo y cotidiano, relatado por Tonucci (op. cit.):“

De alguna manera, los niños se asocian a lo que rompe la sacralidad. El niño es un elemento de disturbio, es algo preocupante. Por ejemplo, en Italia es común que adentro de los edificios haya carteles que dicen: `2 a 4 prohibido jugar` o `no se puede jugar en la escalera`. Cuando yo era pequeño la escalera era un lugar especial porque se prestaba mucho para jugar a la familia, a la escuela o al teatro, porque los escalones podían ser pupitres o sillas de una platea. Y como era el único medio para subir a las casas había que interrumpir el juego y dejar pasar a la gente, pero existía una tolerancia recíproca. Hoy tenemos el ascensor, por lo cual la escalera no se usa, pero paradójicamente está prohibido jugar allí. Esto parece una violencia inútil”. (p. 18).

El ejemplo de Tonucci es tanto más iluminador porque trae una escena de la vida cotidiana sobre la que posiblemente no se nos ocurriría jamás reflexionar, ni preguntarnos su relación con el ejercicio de ciudadanía infantil. En la sorpresa que nos genera, nos retrotrae a miles de confrontaciones planteadas por los niños y niñas hacia nuestros supuestos y representaciones de infancia naturalizados. Es por ello que consideramos que algunas notas rescatadas de la reflexión sobre las experiencias presentadas pueden servirnos para comenzar a “romper” la mirada adulta e incluir “los ojos de los niños y las niñas”, con sus miradas que nos convocan y sacuden: ¿cómo les garantizamos a estos ciudadanos/as su derecho a la participación? Estas “notas para habilitar y sostener la participación infantil” pueden ser de utilidad no solo para la reflexión sobre el tema, sino también en el compartir intentos con otros / as adultos que se proponen honestamente promover, sostener y garantizar el ejercicio de ciudadanía infantil en escuelas, barrios, asociaciones barriales y todos esos espacios públicos que son también (y a veces principalmente) espacios de infancia. Una primera nota es la identificación de situaciones que puedan representar problemas convocantes tanto para los niños/as como para los adultos. Un ejemplo de ello es el tema de “la violencia” en las escuelas. Generar espacios en los que trabajar la construcción de una definición común del problema entre los distintos actores (niños/as y adultos, varones y mujeres) ayuda a configurar un colectivo en función de la tarea común de buscar posibles soluciones. Creemos que saberse parte de ese colectivo es un inmenso facilitador, sino una condición esencial, de la participación ciudadana.

Otra nota fundamental es que, para sostener la participación, es necesario formalizar espacios físicos y temporales. Espacios que tengan una periodicidad y un encuadre, y en los que se privilegien la horizontalidad, la circulación de la palabra, la identificación de problemas comunes. Sin estos espacios, es muy difícil sostener procesos de participación, y los acuerdos “se diluyen” por falta de un colectivo de referencia que ayude a todos sus miembros a sostenerlos.

Finalmente, la experiencia nos sugiere que la participación infantil requiere que algo de lo propuesto se concrete, se materialice. La posibilidad de transformar la realidad es lo que da sentido al proceso de participación. Y no mágicamente, sino buscando juntos los medios y trabajando para lograrlo… no simplemente “para” los chicos, sino “con” ellos/as.







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